“…Yo te espero, como siempre que te espero
yo
me muero, por comerte poco a poco.
Yo
me quedo, deambulando como un loco en la ciudad…”
Te espero y me espero.
Despierto cada día pensando que por alguna razón los dioses
me designen tu camino. Que por alguna circunstancia insólita tengamos que estar
frente a frente, observándonos. Que me mires y que te mire. Podría pasar horas
y horas mirándote, como un cuadro de Klimt. Me encantás así, como si fueses mi
“Emile”. Hermoso y colorido. En cada gesto un significado. Sos tan transparente
que asusta. Sos tan como sos y yo soy tan yo que da miedo.
Ay mi querido amigo inglés, un día de lluvia tomaremos el té
de las cinco, mirándonos y diciéndonos las palabras más hermosas que jamás
hayamos oído. Y eterno será el recuerdo de haber estado con vos, frente a
frente, y sentir que el mundo baja la velocidad hasta quedarse inmóvil y que
vos me sonrías así de bonito. Como lo hacés siempre. Por hoy solo pido ¡Que llueva, que llueva!