Sus labios me llaman. Me llamaron desde el primer instante. Cuando me dijo "hola" quise morder su labio inferior y cuando me preguntó "cómo estás" quise besarlo, besarlo con ganas, con pasión y ternura, y quise que me tocara con sus manos delgadas y grandes. Que me mirara como si me amara un instante como si el mundo fuese acabar y nosotros acabáramos en él. Lo besé. Sí, lo besé mientras él me hablaba de trámites y papeleríos, lo besé. Lo miré fijamente y lo besé. Su nariz rozó mi naríz, su lengua acarició mi lengua y sus ojos marrones me amaron. Le toqué el pelo, recorrí sus orejas con mis manos, toqué sus hombros y su espalda y con fuerza apreté su campera con mis manos, con mis manos la apreté. Él no se daba cuenta que lo estaba besando, que lo estaba tocando. Mientras me hablaba del frío y del invierno yo sentía un verano dentro mío que me sofocaba y tuve que apagar mi cigarro, pisarlo y dejar de observarlo. Nunca se dio cuenta, jamás se percató que lo besé, lo abracé y lo toqué, pero qué bien que la pasé.
http://www.youtube.com/watch?v=jYk03z1EAV4
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