¿Por qué? No lo entiendo. Siempre me traen el aroma de su piel, me cuentan como está, qué hace. Hoy comenzaron a hablar y no pudieron terminar. ¿Por qué? ¿Qué hizo? ¿Qué piensa? ¿A quién le escribe sobre lo banal de lo cotidiano? ¿Con quién desea tomar el té? ¡Respondánme! No, dejen. No quiero oirlo, ya lo he leído. Las hojas vuelven a marchitar y aún el otoño no ha de llegar.
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